Ana Gabriel: Mis inicios

Sueños y mensajes enviados al universo con fuerzas, mi energía que se comunicaba con Dios y la Fe que no me abandonaba, canciones que nacían permitiéndome volar con mis sentimientos lejos, pero muy lejos de una realidad.
Ilusiones que despertaban mi imaginación para pintar en mi alma los escenarios más hermosos. Me veía estrechando miles de manos y recibiendo el cariño del público. Pero al mismo tiempo, yo, intentando corresponder a esos aplausos en una entrega total como cantante y compositora, sin desprender de mí la esencia de los valores heredados por mis padres y mi familia. La humildad de la cuna donde nací, me ha permitido conocer de cerca al ser humano, ese ser humano que llevo dentro y que al mismo tiempo me ha enseñado a desprenderme de todo lo que no es real. He conocido de cerca los sentimientos de Ustedes. Mi público, y eso me ha ayudado a aceptar mi profesión como la misión que debo cumplir con amor.

Comprendiendo con el corazón:‘MI OFICIO’

Desde los 6 años me di cuenta que me gustaba cantar y componer, una bendición de Dios, que pocos tienen la fortuna de darse cuenta, y a pesar de mi corta edad, yo estaba decidida a llegar a los corazones de muchos. Quiero contarles también que yo nunca he recibido una clase de canto ni de vocalización.
Los primeros y únicos consejos fueron de mi abuelo materno Roberto, nombre que le pusieron en México pues su verdadero nombre era, YANG QUING YONG CHIZON, originario de China, un hombre con mucha sabiduría y amor.



Bueno como les contaba, esos consejos los comprendí muchos años después de cantar y de andar de ciudad en ciudad por la República Mexicana y algunas ciudades de USA. Mi entendimiento fue lento pero encontré el verdadero valor de esos consejos. Los cuales me han permitido cantar hasta el día de hoy.

15 de Sep. De 1974, Tijuana B.C.N., por primera vez mis pies sobre un escenario, Y mis piernas temblando, mi corazón a punto de salir corriendo y dejarme sola con mis emociones, la mano que sostenía el micrófono no tenía estabilidad, mas bien parecía que tenía el mal de Parkinson, pero nunca olvidaré esos nervios ni esa emoción, porque hasta la fecha, los sigo sintiendo cada vez que voy a subirme a un escenario. Les confieso que esos nervios me gustan un poquito más de los que me dan cuando me van a entrevistar o cuando hay una sesión fotográfica o la grabación de un video. Un mal necesario en esta carrera.

10 años de aprendizaje y de poner en práctica mi temple cantándole a un público que iba a los bares a tomar la copa nada más para pasársela bien y sin importarles quien fuera el artista.

Me propuse domar al toro para ganarme el aplauso por mi esfuerzo. Así que empecé por cantarles directa y concisa, mirándoles a los ojos y fue entonces que empecé a recordar los consejos de mi abuelo y durante los shows ponía en práctica sus enseñanzas. También dentro de ese esfuerzo y lucha descubrí mi estilo, me fui dando cuenta por el mismo público que me ayudó con sus comentarios. ¡HUY! Cuando cantas y raspas la garganta me pones la piel chinita.

Tomado de Terra USA/sitio oficial